
tratarlas. En consecuencia, el aspecto o apariencia
que tenga una mujer para un hombre puede determinar
el modo en que este la trate. Para adquirir cierto
control sobre este proceso, la mujer debe abarcarlo e
interiorizarlo. La parte examinante del yo de una
mujer trata a la parte examinada de tal manera que
demuestren a los otros como le gustaría a todo su yo
que la tratasen. Y este tratamiento ejemplar de sí
misma constituye su presencia. La presencia de toda
mujer regula lo que es y no es "permisible" en su
presencia.
Cada una de sus acciones -sea cual fuere su propósito
o motivación directa- es interpretada también como un
indicador de como le gustaría ser tratada. Si una
mujer tira un vaso al suelo, esto es ejemplo de como
trata a sus propias emociones y por tanto, de como
desearía que la trataran otros. Si un hombre hace lo
mismo, su acción se interpreta simplemente como una
expresión de cólera.
Si una mujer gasta una broma, esto constituye un
ejemplo de como trata a la bromista que lleva dentro,
y, por tanto de como le gustaría ser tratada por
otros en cuanto mujer bromista. Solamente los hombres
pueden permitirse el lujo de gastar una broma por el
mero placer de hacerlo.
De Modos de Ver - John Berger
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