
Un suceso ocurrido entre dos personas no es del todo irrevocable hasta el momento en que deja de ser un secreto de ambos. Tan pronto como un tercero adquiere conocimiento del hecho, y después de él otras personas (lo que ocurre por fuerza en tales casos), aquel suceso, que hasta ahora era un asunto privado de dos personas, inicia una nueva vida en las almas ajenas; revista nuevas formas, adquiere nuevos sentidos y perpetúa sus efectos, que acaban misteriosamente recayendo sobre aquellas dos personas entre las que tuvo lugar originalmente.
Arthur Schnitzler
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