
...el bramido de las olas contra el acantilado se suavizaba al aproximarse. Su eco parecía llegar del océano como música que sonara en el cuerpo de la muchacha y los latidos de su pecho y el pulso de ella le servía de acompañamiento. Al ritmo de la música, una mariposa pura y blanca danzó sobre sus párpados cerrados...
De La casa de las bellas durmientes - Yasunari Kawabata
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