Antaño había uno, el de tu casa,
presidiendo silencios y penumbras,
en el que el tiempo se quedó dormido.
Hoy tienes otro atado a la muñeca,
y avanza más que tú, te precipita
en abismos de ausencias, en sombríos
recuerdos sin final. Igual que entonces,
marcan tu soledad, siguen cercando
tu vida en sus esferas numeradas.
Los relojes - María Sanaz
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