Llega un día en que tanto las dulces nostalgias,
como las tinieblas rumiadas,
pierden su relieve, y se desmoronan en silencio:
alimentar las nostalgias pastosas de ternuras difuntas
nunca trajo al corazón herido una onza de consuelo,
y vendar celosamente las llagas de la noche amarga
nunca hizo aparecer una luz más amiga.
De Canto del indígena Shipibo Don Danielo
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